Micromachismos: 4 años, 4 Lecciones

Léa Solange tiene 4 años, un hermano de 2 y unos padres que no le preguntamos qué quiere ser de mayor sino qué será de mayor. Ese pequeño detalle hace que mentalmente lo vea como una realidad futura. Suceda o no, da gusto oírle decir “Voy a ser astronauta, científica” o su ya mítica frase de “cuando gane Wimbledon, te compraré un Ferrari”.

Es igualmente anecdótico cuando corrige a los adultos que la ven bailar:

Sara: “¡Qué bien bailas! ¿de mayor quieres ser bailarina?”
Léa: “Ya lo soy”.

El problema es que según crece, sus preguntas y las de los demás me hacen ver que gran parte de su entorno seguirá sin estar preparado. Como madre no temo tanto eso, sino que ella acabe dejándose arrastrar y deje de creer que puede ser quien se proponga. Por suerte, sea por la frescura de la infancia o por su carácter, hoy, no se calla. He aquí algunas de sus reacciones frente a los micromachismos a los que se enfrenta en su día a día.

Lección #1: Jugando en el parque

Leti: ¡Guau!¡Qué rápida! ¡Corres como un chico!
Léa: ¡No, yo corro como una chica!

Léa Solange suele ganar muchas de las carreras espontáneas en las que participa sean en mitad de la calle, en el parque, con personas de su edad, o un par de años más grande. La primera vez que se dio esta situación, mi mente retrocedió unos años atrás.

Exactamente al 2014, cuando Always (más conocida en España como Evax&Ausonia) lanzó su campaña viral #likeagirl, con el consecuente debate sobre esta expresión y como su uso “despectivo” afectaba la autoestima de las niñas en edad de pubertad. Ahora ha cobrado mayor sentido y es que Léa Solange, hoy, es exactamente eso, “una niña corriendo como una niña”.

 

Lección #2: Paseando con su hermano

Sr. Rodrigo: ¡Hermes cuánto has crecido! ¡Qué grande estás!
Léa: ¿y yo?
Sr. Rodrigo: ¡¡Tú estás muy guapa!!
Léa: pero yo también estoy grande. Yo soy más grande y fuerte que Hermes.

Como en el caso anterior, no hay ninguna mala intención en los comentarios. Al contrario, la intención suele ser el elogio, pero para ella ser fuerte y rápida es un cumplido.

No entiende que su hermano sea siempre “el fuerte” si ella es más fuerte que él. En este caso el Sr. Rodrigo tiene más de 70 años, pero no os dejéis llevar por el “eran otros tiempos”, “recibían otra educación” porque Leti (lección 1) es una mamá treintañera.

 

Lección #3: Comprando ropa

Léa: Mamá, ¿por qué siempre me vistes de chico?
Servidora: Léa, yo no te visto de chico, yo te visto con la ropa que te gusta.
Léa: Ya… Pero Alyssa Carson es una chica, ¿no?
Servidora: Sí, Léa, ¿y?
Léa: Entonces ¿por qué no hay camisetas de la NASA en la sección de chicas?
Servidora: Léa, ¿quieres la camiseta sí o no?

La conversación continuó, pero mis respuestas no acabaron de satisfacerla. En realidad, entendí perfectamente a qué se refería, pero me resultó revelador que definiese la ropa por géneros cuando en casa, no lo hacemos.

Recuerdo aquel pijama azul de «niño» que compré hace un par de años que ponía, «inteligente y valiente» . ¿Queréis saber qué decía el mismo pijama en color rosa, para «niñas»? “Guapa y cuqui”. De aquella anécdota que en su momento viví con bastante frustración, salió el mantra que Léa Solange repite cada mañana antes de salir de casa:

 

“Soy fuerte, soy inteligente, soy buena persona, me quiero, yo soy Léa Solange”

 

Lección #4: Heredando juguetes

Tía Mel: Ten, tengo los coches teledirigidos que tu primo ya no usa. Cuando quieras los pasas a buscar para Hermes.
Al segundo noto la mirada fija de Léa Solange y antes de que se inicie el fuego, contesto suavemente:
Servidora: ¿Por qué no para Léa?
Léa Solange se gira y sigue jugando como aprobando mi contestación mientras por unos segundos noto la perplejidad en la cara de mi tía que dice:
Tía Mel: ¡Ah claro! Uno para cada uno, pues…

En 2017, la BBC realizó un experimento social donde la mayoría de los voluntarios mostraron sesgos de género a la hora de elegir los juguetes con los que varios bebés tenían que jugar dependiendo de si creían estar con un niño o una niña. El experimento puso de relieve la influencia que ejercemos en los futuros comportamientos de esos niños.

 

Queremos cambiar la mentalidad de las nuevas generaciones cuando son adolescentes con programas, con iniciativas, con becas, pero a menudo les estamos condicionando mucho antes.

Según un estudio realizado por la UCM, a partir de 4 años:

“los resultados mostraron respuestas fuertemente sesgadas indicando que ya habían “aprendido” cuáles son los roles de género tradicionales, especialmente en lo relacionado con la masculinidad”.

Este dato, expuesto por Irene Solbes, investigadora del Departamento de Investigación y Psicología de la Educación de la UCM, habla por sí solo [1].

Seguimos perpetuando y consumiendo modelos sexistas, no diversos, no representativos… Modelos que parten de un sistema que poco a poco interiorizan, aunque desde casa intentemos que no sea así. Tomemos más consciencia de ello, a veces basta con escucharlos y corregir nuestra actitud en vez de reírnos y pensar “¡qué tremenda, la niña!”.

Os invito a que analicéis como os dirigís a los menores de vuestro entorno, os sorprenderá daros cuenta de vuestros propios sesgos y de los mucho que podemos desaprender con ellos.

 

[1] S.F. Los niños interiorizan los estereotipos de género desde los 4 años, según un estudio de la UCM (2020). [Online] ABC. disponible en: https://www.abc.es/familia/padres-hijos/abci-ninos-interiorizan-estereotipos-genero-desde-4-anos-segun-estudio-202005070148_noticia.html