Trabajar SENTADAS

Hace unos días contratamos un servicio de limpieza para ayudarnos puntualmente y nos enviaron a una mujer maravillosa.

Mientras estábamos ahí, «dándolo todo», abrió la puerta del despacho y con mucha educación y algo de sorpresa, me preguntó:

– ¿trabajas en una oficina?

– Sí, aunque ahora estoy teletrabajando.

– Eso quiero yo para mis hijas, que trabajen SENTADAS.

En la intensidad de su voz y en su mirada al decir «sentadas», se podía percibir su propósito y su motivación. En ese breve intercambio de palabras también supe cuál era su gran miedo. La pequeña de sus hijas, de meses, había sido diagnósticada con acondroplasia y temía que sufriera bullying y discriminación en un futuro. Decidimos parar un rato, escuché su historia, le conté la mía. Antes de reanudar nuestros quehaceres me dijo que me admiraba.

– Yo sí que te admiro – le dije.

– ¿A mí? Si yo no trabajo sentada.

– Conozco a mucha gente que trabaja sentada por las que nunca tendré el respeto que siento ahora mismo.

Nunca sabes por dónde vienen las mejores lecciones. La persona a la que despedí ya no era la misma a la cual abrí la puerta y en mi cabeza una frase de Paco Moreno que leí hace unos meses en su artículo para Forbes:

“La diversidad es un hecho, la inclusión es una opción”.

Hagamos que sea una opción para las empresas, para las administraciones, para la sociedad. Hagamos que sea una opción para TODOS.